Descálzate

parkour descalzo
  • ¿Cómo tengo que caer para no hacerme daño? ¿Por qué lo haces todo tan suave y yo tan brusco? ¿Cómo lo haces para no hacer ruido?

Descálzate. Ahora vuelve a intentarlo. ¿Puedes seguir haciendo lo que hacías hasta ahora? No me preguntes cómo hacerlo. No puedo decírtelo. No puedo decírtelo porque no te conozco suficiente. Yo sé cómo debo hacerlo, pero no sé cómo debes hacerlo tú. No me lo preguntes, no puedo saberlo, no sé más de ti que tú mismo. Nadie sabe más de ti que tú mismo. Escúchate, siente, vive. Tú tienes la respuesta, no yo. Yo sólo puedo decirte cómo encontrarla. Yo sólo puedo decirte… descálzate.

Los extremos nos hacen mejorar. Nos sacan de nuestra posición rutinaria, nos adaptan a otra realidad y nos aportan conceptos y maneras que enriquecen de nuevo nuestra realidad. Un pianista comienza a tocar la guitarra y se da cuenta que las melodías que tocaba tenían pocos acordes; un cocinero dedica un tiempo a hacer pasteles y se da cuenta que daba poca forma a sus platos; un practicante de Ninjutsu se pasa al Muai Thai y se da cuenta que un combate no sólo se compone de técnica, sino también de fuerza física. Desde nuestra zona de confort ya nos está bien lo que hacemos. Todo es perfecto, o casi perfecto. Pero no es hasta que estamos fuera que nos damos cuenta que nos falta alguna cosa. Por eso hay que viajar al extremo, visitarlo, hacer amigos, hasta vivir un tiempo, y luego volver llenos de experiencia para nutrir todo lo que nos rodea. Y desde aquí recomendamos un extremo en especial: el BAREFOOT.

La palabra barefoot viene del inglés (“bare” = “desnudo”, “foot” = “pie”) y significa “descalzo”. Como su nombre indica, la práctica del barefoot consiste en ir con el pie desnudo, sin zapatos ni calcetines, ya sea caminando, corriendo, haciendo algún tipo de deporte o realizando las actividades cotidianas.

A nivel cultural, la práctica del ir descalzo se asocia con la pobreza, mientras que llevar calzado se asocia a un nivel de vida normal o en algunos casos, dependiendo del tipo de calzado, puede ser una práctica de ostentación entre la gente distinguida. Aunque la ostentación es una práctica bien común entre muchas especies animales, sobre todo en lo que se refiere a técnicas de apareamiento, sería bien extraño utilizarlo de argumento dado lo incoherentes que estamos siendo con la evolución. No recuerdo nadie que haya argumentado el uso del zapato como “estoy creando la situación óptima para un encuentro sexual usando zapatos deportivos NIKELO”. Además, estaríamos hablando de una cultura que prefiere someterse a la explotación laboral antes que perderse el partido del domingo. Pero no estamos aquí para debatir sobre política ni sobre ética. Y es que, independientemente, hay algunas personas que prefieren ir descalzas por motivos ideológicos o por los grandes beneficios que ofrece. Entre otros, estamos nosotros, quienes pensamos que la práctica del barefoot no sólo es una forma de entrenar a un nivel fuera de nuestra zona de confort, sino también una práctica muy coherente con la evolución del ser humano y muy coherente con los ideales que nos hemos formado a través del Parkour.

Anatómicamente, toda la estructura ósea y muscular del pie está diseñada para poder moverse libremente sin zapatos. Nuestra anatomía no ha cambiado desde que vivíamos en cuevas. Si en aquél entonces el ser humano se desplazaba sobre sus pies desnudos sobre cualquier tipo de suelo, sea arenoso, rocoso, húmedo, seco, duro, blando o resbaladizo, ¿por qué ahora se ve como una práctica tan peligrosa? Muchas tribus indígenas continúan yendo descalzas y pudiendo hacer todas la actividades básicas para sobrevivir sin problemas.

La sociedad que tiene la tradición de usar calzado, por su contra, no tiene esa facilidad. Y probablemente se haya condicionado tanto al calzado que no llevarlo pueda suponer una lesión segura. Si tenemos toda la infinidad de nervios, tendones y músculos que forman nuestro sistema locomotor es porque estamos hechos para movernos, ¿no? ¿Entonces por qué una persona que no ha hecho deporte en su vida, si ahora de pronto se levanta del sofá y sale a correr media maratón, corre el riesgo, no sólo de lesionarse, sino de morir? Porque esa persona ha atrofiado su cuerpo de estar tanto tiempo sin utilizarlo. Y cómo pasa con un sofá, con una tele o un ordenador, también pasa con un calzado. Una sociedad que tiende a vestir con zapatos al recién nacido y desde entonces ve horrible no utilizarlos es una sociedad que ha atrofiado su anatomía podal. Y atrofiar una de nuestras capacidades más básicas es como atarse de pies y manos y tirarse al mar.

Mientras haya alguien que pueda salvarnos no habrá ningún problema. ¿Pero qué pasará el día que nos encontremos solos? ¿Qué pasaría si algún día tuvieras que salir de tu zona de confort? Porque la realidad no está en tu zona de confort. La realidad no está en tu sofá, en tu televisión o en tus zapatillas. Eso es una fantasía.

Llevar zapatos es una aberración para nuestros pies. Lo que nos pide el cuerpo y la coherencia evolutiva es correr libremente por los montes, pisando aquí y allí sobre terrenos irregulares, subidas, bajadas, polvo y piedras, en busca de comida y refugio. Si pudiéramos entender aún la barbaridad de haber modificado todo el terreno y haberlo aplanado y endurecido para hacer la infinidad de caminos que tenemos actualmente, lo cuál nuestros pies no agradecen, y pudiéramos entender que el calzado fuera algo necesario, aún así tendríamos mil motivos para llorar.

Parece mentira que tengamos aparatos que nos permiten enviar imágenes nuestras comiendo espaguetis a nuestros colegas a cientos de kilómetros de distancia y que por el contrario estemos tan atrasados en el tema del calzado, que es mil millones de veces más elemental. Un zapato tendría que ser una pequeña película en la planta del pie que impidiera clavarnos pequeños cristales o desechos varios del suelo moderno, que es lo que parece preocupar más, o una protección en la parte superior para posibles golpes a la hora de trabajar con herramientas, o una mera película de goma que nos aislara eléctricamente del suelo. Un zapato no necesita una macro-sujeción que inhiba los músculos y articulaciones de los tobillos, ni una suela “super-confortable” que reblandezca la planta, ni una tela que cubra todo el pie y que no lo deje respirar, ni una amortiguación “air-supreme” en el talón que modifique la pisada natural causando un mal repartimiento del peso. No tiene sentido buscar la perfección de un diseño que está mal planteado. Eso es como coger un plato de basura, adornarlo con hojaldre y una salsa de pimienta y servirla en un restaurante. Los detalles no arreglan la base. A lo único que puede llevar esto es a esguinces, sobrecargas, luxaciones, torceduras y descompensaciones. No es de extrañar que la mayoría de corredores y deportistas acaben con tendinitis.

¿Por qué no habría que usar amortiguación o elevación de talón? La elevación de talón nos tiende, de forma natural, a correr apoyando primero el talón y luego la punta, realizando un movimiento de rotación en la pisada. Si alguna vez has corrido descalzo ya te habrás dado cuenta que si lo haces con la misma técnica que cuando usas calzado, tu talón, tu rodilla y tu espalda dicen “esto no va bien”. La pisada natural es dando un rebote, apoyando la parte delantera exterior del pie, luego dejando reposar sobre el talón y rebotando de nuevo elevando el talón para impulsarnos hacia delante. De esta forma la pisada descansa sobre los músculos y los tendones, no sobre las articulaciones directamente. De hecho, el tendón de aquiles actúa como una goma elástica a la hora de correr, ayudando a minimizar el impacto y el gasto energético en el rebote de la pisada. Correr sobre los talones significa recibir un impacto directo sobre este hueso, subiendo directo hacia las rodillas y siguiendo hasta el lumbar. Y si la amortiguación es muy brusca, incluso puede provocar daño en las cervicales. Además, correr usando un movimiento de rotación evita que trabaje toda la musculatura que estaría implicada en el desplazamiento natural, provocando atrofiamiento, tendones débiles, musculatura débil, y con el tiempo, lesiones.

¿Por qué no habría que usar un zapato que sujetara bien el pie? Porque un pie tiene que ser elástico y fuerte. Una sujeción es todo lo contrario. Una sujeción está inhibiendo toda la musculatura que debería estar trabajando para mantener el equilibrio y la estabilidad natural. ¿Alguna vez os habéis roto la muñeca? ¿Qué pasa justo cuando os acaban de quitar la escayola? De estar semanas sin actividad la musculatura se atrofia y los tendones se acortan. Cuando movéis la muñeca después de tanto tiempo os duele muchísimo. Los tendones están débiles. ¿Y qué pasaría si intentárais tirar una pelota de béisbol hasta el otro lado de la habitación? Seguramente lloraríais de dolor y tendríais que volver a escayolaros. ¿Qué pasa entonces si, en vez de un par de semanas, son 12 horas al día durante toda una vida el tiempo que tenéis los tobillos inmovilizados? Impensable, ¿verdad?

¿Por qué no habría que usar una buena suela? No es que no habría que usarla, pero no es necesaria. Entre los muchos mecanismos de regeneración que tiene el cuerpo, uno de ellos está en la piel. La creación de callos. A base de rasgar y eliminar la piel superficial se va creando en capas inferiores una piel más gruesa y más resistente. Igual que el hueso que crece más fuerte al recuperarse de una fractura, la piel crece más fuerte al recuperarse de una rascada. ¿Por qué los guitarristas tienen las yemas de los dedos más duras que el resto de la mano? Porque se las pelan al rasgar las cuerdas y se regeneran con más fuerza. En la planta del pie sucede lo mismo. Si nunca has andado descalzo, andar sobre un suelo común puede ser lo más horrible jamás experimentado. Pero cuando llevas tiempo haciéndolo podrías andar sobre piedras puntiagudas con total normalidad. Y eso es algo que se tendría que normalizar desde pequeños.

Hay modelos deportivos que dicen ofrecer respiración en el zapato. Bueno, tu pie no puede respirar mejor que no llevando zapatos. El ser humano, entre otros mecanismos, regula la temperatura corporal a través del sudor. Cuando hay un exceso de temperatura, sudamos, el calor corporal se usa para evaporar el sudor de la superficie de la piel y bajar así la temperatura. ¿Pero qué pasa si tapamos la superficie de la piel y impedimos que ese vapor se vaya? El vapor vuelve a condensarse y a evaporarse cíclicamente manteniendo una humedad muy alta. Y, pregunta del millón, ¿qué es lo que crece en sitios con humedad muy alta? ¡Exacto! ¡Las setas! Así que… ¡ya sabes! Si quieres cultivar setas, encierra tus pies e impide que respiren. Un pie bien agobiado es un pie bien fermentado.

Unos pies sanos nos dan la información más directa sobre el suelo que estamos pisando. Esa información es muy valiosa, por eso tienen tantas terminaciones nerviosas. ¿Pisaríais un suelo sin saber su estado, si está a punto de colapsar, si está helado o si está tan caliente como las brasas de la barbacoa del domingo? Porque eso es lo que hacemos con los zapatos: bloquear la información que nos llega directamente del suelo.

Ahora podéis hacer algo al respecto o seguir sentados en vuestro sofá. Yo no sé qué debéis hacer, sólo sé que debo hacer yo. No puedo convenceros. Sólo puedo decir… descálzate.

Artículo escrito por Arnau Ferrer